Un enfoque sistemático a la gestión del cambio organizacional es beneficioso cuando el cambio requiere que las personas de una organización aprendan nuevos comportamientos y habilidades. Asentando formalmente las expectativas, las herramientas para mejorar la comunicación y buscando proactivamente formas de reducir los malos entendidos, los colaboradores tienden más a aceptar una iniciativa de cambio y permanecer comprometidos al cambio a pesar de cualquier disconformidad asociada al mismo.
¿Qué es la resistencia al cambio organizacional?
La resistencia a los cambios se produce, principalmente, por dos factores:
- La gente se crea unos hábitos, entra en una zona de confort, y salir de ella cuesta un esfuerzo.
- Muchas personas tienen miedo a lo desconocido, y, por lo tanto, son reacias a que se altere lo que ya han experimentado y saben que funciona. Aquí podríamos aplicar, de hecho, el famoso dicho de «más vale malo conocido que bueno por conocer».
¿Qué pasa entonces? Que tus empleados oponen resistencia, muchas veces de forma pasiva y en otras ocasiones quejándose. Este último es el mejor escenario, ya que sabes a lo que te enfrentas y al menos tienes la oportunidad de dar una respuesta. Peor es cuando no se manifiesta el descontento, pero ves que la motivación baja, los fallos aumentan y los empleados empiezan a ausentarse en su puesto de trabajo.
¿Cómo combatir la resistencia al cambio organizacional?
Para evitar los problemas derivados de la resistencia al cambio hay ciertas técnicas que deberías poner en práctica desde el departamento de Recursos Humanos:
- Promueve cambios que vayan acorde a los valores de tu compañía.
- Mantén una comunicación fluida con la plantilla. Tienes que tener en cuenta que a los trabajadores no les gusta no saber lo que va a pasar y reaccionarán negativamente ante una situación de incertidumbre. Por ello, se hace muy necesaria una buena comunicación interna en la que expliques qué acciones novedosas se van a llevar a cabo en la empresa, qué beneficios van a traer y cómo va a repercutir en los trabajadores. Y, sobre todo, no hagas que se lleven sorpresas desagradables. Por ejemplo, si has dicho que un proceso va a tener tres fases y has calmado los ánimos con esta información, no te va a beneficiar añadir luego otras dos sin previo aviso.
- Marca unos objetivos definidos que puedan conseguirse con acciones concretas y bien planteadas. Esto crea una motivación en los trabajadores, lo que evita que se sientan descontentos con la empresa.
- Explica las repercusiones en el trabajo de los cambios: A veces hay que hacer un esfuerzo extra para adaptarse a la nueva situación, de modo que es una buena idea compensar todo sacrificio que tengan que hacer tus trabajadores. También puede preocuparles que sus competencias dejen de ser suficientes. Si crees que va a ser así, no dudes en proporcionarles la formación necesaria. Saber que seguirán siendo aptos para su puesto de trabajo les va a tranquilizar.
En definitiva, los cambios organizacionales y la resistencia al cambio organizacional son naturales en una empresa, pero hay utilizar métodos para minimizar e incluso eliminar sus efectos.
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