Si queremos encarar retos dentro de un entorno como el descrito debemos hacerlo teniendo en cuenta que estamos dentro del denominado dominio de la complejidad que se define en su conocido Cynefin Framework.
De acuerdo con este marco, podemos clasificar nuestros retos o problemas dentro de 4 cuadrantes. A modo sintético estas son las características de cada uno:
- Obvio: es el territorio de las ‘mejores prácticas’ donde para tomar decisiones “entendemos lo que ocurre, categorizamos y actuamos”. Por ejemplo, el tránsito diario del trabajo a casa es un reto simple porque podemos confiar en nuestra experiencia pasada o en google maps para optimizar la ruta.
- Complicado: es el territorio del ‘expertise’ donde un panel de expertos pueden identificar soluciones adecuadas después de entender el reto, analizar, investigar y diagnosticar. Por ejemplo, si se nos estropea el coche, a pesar de ser un sistema complicado, los profesionales con el conocimiento técnico apropiado podrán desmontar, estudiar, y arreglar la avería. “Entendemos lo que ocurre, analizamos, y actuamos”.
- Complejo: es el territorio de la ‘emergencia’ (entendido como aquello que emerge, que surge, no como una situación de emergencia). No hay mejores prácticas ni unas soluciones son más correctas que otras. Por ejemplo, la selva tropical o los mercados (financieros) son complejos. Nunca seremos capaces de entender completamente qué es lo que sucede, y mucho menos predecir su comportamiento. Podemos “observar, intervenir con pequeños experimentos, y tratar de entender qué es lo que emerge a partir de estos”.
- Caótico: es el territorio de la ‘turbulencia’ donde no hay experiencias previas que seguir y donde lo primero que hay que hacer es actuar utilizando prácticas nóveles para darle al sistema un cierto grado de orden y así moverlo a otro dominio. Por ejemplo, un ataque terrorista crea un territorio caótico.
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